-¿Cuánto hace que te separaste?
-Seis meses -dijo el Chino.
Sosa sostenía el anillo en la palma de la mano. Había un leve temblor que le bajaba desde la cabeza. Varias veces el Chino tuvo ganas de sincerarse con él, pero no se animó. ¿Qué le iba a decir? ¿Mi mujer no me deja ver a mi hija porque piensa que estoy loco?
-¿Y para qué querés volver si estás bien como estás? ¿O no estás bien como estás?
-No me deja ver a mi hija -dijo el Chino.
-Uno conoce a una mujer recién cuando se separa de ella -dijo Sosa-. Te doy quinientos.
Cuentos completos-El joyero (pàg. 29)
Ricardo Piglia
Anagrama
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